Las temporadas van llegando a su fin. Algunos equipos cumplieron los objetivos, y otros no. Estamos en tiempos donde las redes sociales se llenan de fotos, vídeos, textos y demás publicaciones. Unos muestran con orgullo la felicidad por haber cumplido la meta, otros simplemente agradecen. Despedidas, high-lights, celebraciones, etc. todo tiene cabida en un final de temporada.

Para los entrenadores y entrenadoras, el final de temporada supone una nueva realidad. Atrás queda la tensión de la competición, las horas de scouting, de pensar en cómo mejorar el rendimiento de tu equipo. Y se abre paso la postemporada. Un período de tiempo relativamente corto, pero extremadamente importante.

Lejos de descansar, es el momento de tomar decisiones, de planificar el siguiente curso baloncestístico que diría el gran Andrés Montes. Abstraerse de la carga de toda una temporada, analizar los déficits de tu equipo y focalizarse en cómo mejorarlos para tener una plantilla de más calidad. Y eso, presenta ciertos debates…

¿Fichar, renovar o descartar?

Siempre desde el prisma del baloncesto amateur, este tipo de semanas posteriores al final de la temporada, son para muchos jugadores y jugadoras un momento que genera cierta ansiedad. La realidad es que independientemente de la decisión que tomen los entrenadores y entrenadoras, directivos, directores técnicos, o quién sea que tome la decisión, el enfoque de la misma será el que haga que esa decisión sea una oportunidad, una frustración, un drama o un alivio.

Bajo mi punto de vista, el baloncesto de formación, y sobre todo las familias de los chicos y chicas que aman el baloncesto, tiene un papel fundamental en la educación deportiva de los mismos. Y en esa educación deportiva, se debe incluir, no sólo la aceptación de las derrotas, sino también la gestión de las emociones en los descartes.

No aparecer en esa lista de convocados, recibir la llamada en la que te comunican que no cuentan contigo para el próximo año, o que tu trabajo no ha sido suficiente para subir al primer equipo del club; son, sin ningún género de dudas, noticias que no gustan a nadie. Y es en este momento, en el que entra en juego el talante del jugador o jugadora. Su educación deportiva. Su manera de reconducir una situación negativa de base, a una plataforma de lanzamiento hacia nuevas oportunidades.

Que te descarten de un equipo, nunca debería ser un fracaso. No ser promocionado a un equipo mejor de tu club, o no estar en una lista de convocados, tampoco. Todas estas decisiones, representan una puerta que se cierra, una etapa que llega a su fin. Pero también es el inicio de algo nuevo, una época de cambios, de nuevos proyectos, de autoexigencia y de demostrarte que puedes seguir aportando y disfrutando del baloncesto.

Está claro que algunas veces puede doler, y tenemos que dejar espacio a ese dolor. A esa tristeza por no poder continuar en el equipo que queremos. Que amamos. Una demostración más del compromiso y esfuerzo de uno mismo por dejarlo todo en la pista. Pero los reproches, los enfados y las malas actitudes por no saber gestionar un descarte, quizás son la connotación perfecta que refuerza al que ha tomado esa decisión.

Se trata de aceptar y respetar a quienes toman estas decisiones. Que, por otro lado, no siempre vienen supeditadas al rendimiento. Muchas veces, las estructuras de equipo llevan a dejar fuera jugadoras o jugadores que tienen calidad para estar, pero que no encajan en un conjunto. O un cambio de rumbo en un proyecto deportivo, que deja fuera integrantes con mucho ascendente en un vestuario y que su marcha deja entrar aire renovado, y nuevas dinámicas que pueden llegar a ser igualmente exitosas.

Así que, entrenadores y entrenadoras, jugadoras y jugadores, no os sintáis menospreciados por nadie. Valorar vuestro trabajo, vuestro esfuerzo, vuestro compromiso. Analizar vuestro camino. Si habéis dado el máximo, tendréis la conciencia tranquila. Disfrutar de esa etapa nueva si sois fichaje, impregnar de vitalidad y ambición si sois jóvenes que promocionan dentro de un club, y por encima de todo, si sois descarte, buscar vuestro nuevo camino. Agradecer el tiempo compartido con todos aquellos que han formado parte de una etapa, y ilusionaros con todo lo nuevo que está por llegar.